El proyecto del Tren Maya, propuesto por el Presidente electo Andrés Manuel López Obrador, traza una ruta que promete mejorar las condiciones de vida en cinco estados del sureste del país: Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán. De acuerdo con la Unidad de Datos de SinEmbargo, la ruta del tren cruzará por 41 municipios cuyo promedio de pobreza y pobreza extrema es de 51 y 12 por ciento, respectivamente.
Entre los beneficios que esta obra de infraestructura traerá están el desarrollo económico (generación de nuevos empleos y actividades) y la conectividad entre regiones (que impactará en el desarrollo social de las comunidades). Y entre los riesgos, destacan los posibles perjuicios ecológicos y culturales que, según analistas consultados, podrían conllevar la pérdida de valores culturales, como en el caso de la cosmovisión agrícola maya, en vilo por el posible cambio de actividades productivas en la región.
Los especialistas coinciden en que para equilibrar la balanza entre beneficios y riesgos sería necesario que el nuevo Gobierno hiciera una verdadera consulta popular que incluyera información clara y oportuna para las comunidades rurales. También hacen falta diagnósticos adecuados sobre el impacto ecológico y sociocultural, y proyectos adyacentes para habilitar servicios y logística para el desarrollo del proyecto.